Tras el
descubrimiento de la agricultura en el Neolítico, ésta se fue
desarrollando más en algunos lugares que en otros debido a la
fertilidad de la tierra en la que se asentaban los diferentes pueblos. En aquellos
lugares con tierras fértiles surgieron fuertes y pobladas civilizaciones
que generaron nuevas formas de vida hasta este momento inexistentes:
organización social, nuevos oficios, desarrollo del comercio y de los
transportes, estructura político-administrativa y religiosa, aparición
de la escritura, etc.
Estas nuevas civilizaciones se asentaban junto a ríos que anulamente se desbordaban fertilizando las orillas con limos. Una vez retirada el agua de la crecida, las orillas fertilizadas eran aprovechadas para las producciones agrícolas, obteniéndose grandes cosechas. A todas ellas se las denomina "Civilizaciones fluviales".
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