Según la tradición islámica, el profeta Mahoma debió emigrar o huir de La Meca junto con sus seguidores en el año 622, refugiándose en Medina. El oasis de Yatrib, la actual Medina, era una amplia extensión de palmeras y árboles frutales, entre los que se alzaban campamentos de tiendas y casas.
La casa de Mahoma era un edificio rudimentario, construido con piedras y ladrillos de adobe sin cocer. Una serie de habitaciones daban a un patio rectangular, cercado por una tapia. Cuando la casa fue adaptada como lugar de oración, al patio se le añadió un pórtico a lo largo de la parte norte del muro. Este muro o quibla, orientado hacia Jerusalén, indicaba el punto hacia el que dirigir las plegarias.
En el patio pasaba Mahoma la mayor parte del tiempo. Allí recibía a las delegaciones de las tribus árabes y, sobre todo, se rezaba la oración común. Subido a un púlpito de madera, precedente del minbar de las mezquitas, Mahoma realizaba la predicación a los fieles.
Tras el regreso de Mahoma a La Meca, ésta se convirtió en la ciudad santa del Islam, por lo que las oraciones debieron dirigirse hacia allí. Por esta razón, se construyó un segundo pórtico en el lado sur. La casa de Mahoma en Medina, por su simplicidad, servirá como inspiración para la construcción de muchas mezquitas.
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